La reproductibilidad del sonido y las transformaciones del acto de escucha en Chile: Breve reseña de su trayectoria en el siglo XX

Las innovaciones en torno a la reproducción técnica del sonido son experiencias claves para comprender la audición musical durante el siglo XX y su recepción en diversos sectores sociales de Chile. En torno a estos temas realizaremos un breve recorrido, en el que nos preguntamos: ¿Cómo se da el cambio de estos dispositivos de reproducción en Chile en el Siglo XX? ¿Qué usos habilitan y cómo se dan los modos de relacionarse con la música? ¿Cómo se vinculan estos dispositivos con los medios de comunicación?
Durante el siglo XIX la música en “vivo” estaba hegemonizada por la élite. Sus representaciones, letras, musicalizaciones y puestas en escena, eran, a grandes rasgos, la sonoridad del mundo señorial, rural y patriarcal escenificado por artistas contratados por sectores sociales que tenían los recursos para su ejecución (González, J. P. y Rolle, Claudio, 2003). Estas representaciones comenzaron a ser resquebrajadas en la medida en que nuevos objetos técnicos, como el fonógrafo con bocina, comenzaron a democratizar la escucha y la reproducción. Los primeros actos de escucha mediados por dispositivos de reproducción se dieron en muestras sonoras en ferias y presentaciones internacionales, con audífonos individuales. Prontamente, gracias al desarrollo del megáfono exterior se logra constituir una audiencia colectiva e instantánea, primero a través de cilindros adaptados, el gramófono y, desde la década de 1930, los avances técnicos permiten la incorporación de micrófonos, amplificadores y altavoces eléctricos. Todas estas transformaciones sirven de antecedentes de una industria musical (González, J. P. y Rolle, Claudio, 2003).
Así, como sucede en distintos espacios geográficos, hacia comienzos del siglo XX, en Chile las nuevas experiencias de reproductibilidad del sonido son agrupadas bajo la denominación de “música envasada”. Etiqueta que marca una oposición respecto a la condición aparentemente “viva” adscrita a la performance musical (Osorio, J. s/a).
Durante ese primer periodo de recepción técnica y cultural, se levantaron voces críticas a la escucha de la música envasada, en parte, por la resistencia de sectores sociales que consideraban que el acto de escucha era propiedad de una clase. Reticencias que se vieron debilitadas debido a los influjos modernizadores, por la aparición de un mercado específico para esos dispositivos, que terminaron por develarle a las clases privilegiadas que la música se transformaría en un campo atractivo para generar réditos económicos. Primero exportando estos dispositivos y luego, gracias a la asociación con empresas extranjeras, con la instalación de franquicias, elaborando dispositivos de almacenamiento y de reproducción (González, J. P. y Rolle, Claudio, 2003). De tal modo, luego de algunas resistencias, un sector del empresariado, se hizo partícipe y protagonista de estos cambios en la reproductibilidad del sonido y en los actos de escucha. Posteriormente con el desarrollo de la radio, la democratización del consumo musical se expande aún más, y ya desde la década de 1940 su instalación en la cotidianidad de la sociedad se transversaliza.
Por otro lado, en el devenir de la música durante las primeras décadas del siglo XX, se establecieron múltiples relaciones con diferentes medios de comunicación. En este tenor, su vínculo con la prensa durante las primeras décadas fue clave para la difusión, dando cuenta, por ejemplo, de lo que se escuchaba en la radio. Además se transcriben canciones en la prensa, por parte de reporteros, viajeros y escritores, lo que fue un aporte fundamental a la hora de sistematizar y promover el patrimonio cultural de la música previo a la extensión de los dispositivos de reproducción. Práctica que continuará durante el siglo, surgiendo revistas especializadas en sonoridades, primero sobre la radio y posteriormente sobre la música y sus diferentes estilos artísticos.
Ambos elementos –la expansión de los dispositivos de escucha y reproducción, por un lado y su relación con los medios de comunicación– ayudan a entender la masificación de la música popular durante el siglo XX. Así el desarrollo de una industria específica permitió darle audibilidad social a una práctica musical anterior, pero también habilitó su proyección, transformación y dio lugar a nuevos sonidos. Por un lado, se alteró la transmisibilidad oral de la música, debido a la posibilidad de grabarse y fijar una determinada versión de una canción, afectando la continua recreación de la cultura tradicional. Mientras que, por otro, la industria trastoca los lindes de las referencias locales, propias de las culturas tradicionales, otorgándole a las creaciones artísticas un alcance mucho más amplio, experimentando múltiples procesos de resignificación en audiencias diversas (González, J. P. y Rolle, C., 2003). Lo que será clave, por ejemplo, con el tango o el rock.
Este breve racconto de largo aliento histórico, es útil para situar las vicisitudes del hip-hop y los objetos técnicos en relación a las demás músicas populares chilenas. Los objetos técnicos de reproducción permitieron nuevas formas aprehensión, desarrollo y democratización de la música. A la vez, ayudaron a instituir un mercado específico, y a la vez, potenciaron nuevas formas sostenibilidad –además de la música en vivo- a las carreras artísticas. Desde la década de 1980 el rap se vinculará a un dispositivo «novedoso», el casete, el cual tendrá la particularidad de habilitar la grabación casera y su posterior distribución.

Bibliografía:

Osorio, Javier (año). “La huella sonora de la reproducción. El organillo y el acto de escucha en la cultura musical chilena, en https://www.academia.edu/25623339/La_huella_sonora_de_la_reproducci%C3%B3n._El_organillo_y_el_acto_de_escucha_en_la_cultura_musical_chilena. (Ponencia sin datos)

González, Juan Pablo; Rolle, Claudio (2003). Historia Social de la Música Popular en Chile, 1890-1950. Santiago, Chile: Ediciones Universidad Católica de Chile